(Disacorde
edicones)
Quizá sin pretenderlo, la
publicación de este libro ha servido para calentar el ambiente de cara a la
breve gira de reunión de La Polla Records
que tendrá lugar en unos meses. El viejo Evaristo,
en los años 80 también conocido como El
Flipas, uno de los tipos más singulares de la historia del rock patrio,
recopila una carcajeante sucesión de anécdotas experimentadas, o más bien sufridas,
a lo largo de los 24 años que duró la trayectoria de la banda número uno del
punk nacional.
No puede decirse que se
trate de una biografía, porque aunque parece haber cierto orden cronológico, la
verdad es que en varios momentos se avanza o se retrocede en el tiempo, y veces
las historias se agrupan por temáticas. Por otro lado la memoria no parece ser
el punto fuerte del señor Páramos,
puesto que en varias ocasiones cuenta aventuras incompletas, bien porque no
recuerda el dónde o el cuándo, bien porque él mismo reconoce que el uso de
ciertas sustancias le borró en su momento lo ocurrido durante horas o días.
De todo el conjunto se
pueden sacar una serie de conclusiones. La primera, es que el éxito conseguido
por unos patanes procedentes de los
ámbitos rurales más profundos y carentes de las más mínimas nociones musicales,
es un misterio para ellos mismos. El hecho de que se auto apodaran como “comando Martínez Soria” lo dice todo. La
segunda, que la precariedad y la cutrez son una constante en la historia de la
música, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. La tercera, que en el
negocio musical en cuanto se genera cierto dinero todo el mundo intenta
estafarte. El Flipas se queda bien a
gusto sacando a la luz las vomitivas maniobras de las que fueron objeto durante
años. De hecho, entre la lista de sus representantes sólo hay dos que se salvan
del ajuste de cuentas de Evas, y
estos son Kike Factory y Manuel, con quien sigue hoy día en Gatillazo. El resto, una sucesión de incompetentes,
timadores y aprovechados. Los ataques son especialmente virulentos contra el sexto
Polla Records o el Polla Records fantasma. En todas las
entrevistas de los 80 decían que el grupo eran seis, pero evidentemente los
músicos eran cinco. Se referían a su técnico de sonido y pseudo mánager, un
tipo tan despreciable que Evaristo le
represalia con el mayor de los castigos, el olvido. Muchas veces cuenta sus
barrabasadas, pero a propósito no dice su nombre ni una sola vez.
Lamentablemente, no todo
lo que cuenta el Flipas se puede
considerar fiable. Primero porque falta conocer las versiones de las otras
partes, y segundo, porque como ya hemos dicho, él es el primero en reconocer
que las drogas y el paso del tiempo no son buenos ingredientes para su memoria.
Por ejemplo, siempre tuvieron fama de informales y de incumplidores, y algunos
de los sucesos relatados parecen confirmarlo. Evaristo también se atribuye el papel de “vaselina” dentro del
grupo, para evitar roces. Otras fuentes nos dicen que ese puesto en realidad lo
desempeñó el batería Fernando, y
como prueba irrefutable está el hecho de que su fallecimiento significó la
disolución de la banda.
De cualquier modo, este
libro es lectura obligada, no sólo para el público rockero, sino para todo el
mundo, por una razón de incuestionable peso: es un descojone. Muchas de las
anécdotas ya son divertidas de por sí, pero además la forma que tiene Evaristo de contarlas, y más aun de
comentarlas, son desternillantes. Todos los que han podido hablar con él o
escuchar alguna de sus entrevistas que proliferan por youtube ya saben de lo
que hablamos. No es recomendable leer
esta obra en un transporte público si no quieres convertirte en el
blanco de todas las miradas, porque es muy difícil contener las carcajadas, y
lo decimos por experiencia personal. Tanto si eres fan de La Polla o de Evaristo,
como si te interesa el funcionamiento de los entresijos del negocio musical,
como si todo esto te importa tres pepinos, tienes que leer esta obra sí o sí,
porque de lo contario te perderás muchos buenos ratos y muchísimas risas.
Nacho
Jordán