jueves, 5 de octubre de 2017

MIGUEL B. NÚÑEZ “HEAVY Los chicos están mal”


(Sapristi-Roca Libros)

Cuando hace unos cuantos meses publicamos la crónica de la primera parte, “Heavy 1986”, ya dijimos que estaría muy bien que tuviera continuidad. Poco podíamos sospechar que mucho antes de lo que imaginábamos eso iba a ocurrir.

En esta secuela, la estructura de la historia es similar, dividida esta vez en nueve capítulos. Los personajes son los mismos y algunos nuevos, vamos viendo cómo sus vidas van evolucionando poco a poco con el paso del tiempo, que tampoco ha sido mucho desde la anterior entrega. La evolución estilística del dibujo es cero, para bien o para mal.  Casi parece que las dos obras se dibujaron de una tacada y que se han editado en dos entregas.

Curiosamente, esta vez las aventuras se centran en la interacción de los protagonistas con las diferentes tribus urbanas que merodearon en los 80: mods, pijos, punks, rockers… algunos de ellos enemigos irreconciliables que protagonizaron algunos episodios violentos. La verdad es que de esa rivalidad y esas peleas apenas podemos recordar nada. Simplemente, algunos no lo llegamos a vivir.

Quizá lo más digno de destacarse de todo ello es el incidente más repugnante y siniestro de toda la década de los 80. Efectivamente, hablamos del asesinato que tuvo lugar en un concierto de Scorpions. Todos los medios generalistas se hicieron eco del abominable suceso. Pero decimos siniestro más por lo que vino después, que fue si cabe aún más indignante que la propia muerte. Cuando se supo que el sospechoso estaba perfectamente identificado y que se trataba de un militar de una base norteamericana, la publicidad a bombo y platillo que tanto había recibido el caso se fue diluyendo. Si alguna vez tuvo lugar un juicio, no se hizo público. Jamás tuvimos noticia de cómo terminó todo, si es que terminó. De tan deleznable final, por supuesto, no se habla en “Los Chicos Están Mal”, sólo se menciona el apuñalamiento en sí.

Los sucesos que van presenciando los protagonistas al mismo tiempo que transcurren sus vidas son muchos más, por supuesto. La muerte de Cliff Burton, la aparición de Ñu en el programa “Dinamo”, la salida a la venta del “Somewhere In Time” de Iron Maiden… De la mezcla de todo ello no se puede evitar un sentimiento de haber vivido estos hechos con anterioridad, la misma sensación de nostalgia que también impregnaba la primera parte.

No sabemos si Miguel B. Núñez tiene pensadas nuevas entregas. Hasta cierto punto sería una pena, porque ya sabemos que lo que viene a continuación es la lenta y progresiva decadencia de la edad de oro del heavy metal. ¿Se atreverá con ello?

Nacho Jordán